martes, 2 de febrero de 2010

Nota º14 - CAPRICHOSA ERES TÚ, CAPRICHOSO SOY YO




El tan mentado asunto del Banco Central de la República Argentina (BCRA) ya parece un culebrón mejicano de bajo presupuesto o, lo que es aún peor, un juego en el que participan algunos niños malcriados que, en su afán desmedido por ganar, deciden ignorar sus reglas.
El Poder Ejecutivo, en manos de un matrimonio que pocas veces demuestra cordura y coherencia, dio el primer paso al intentar remover de su cargo al presidente del BCRA mediante un decreto de necesidad y urgencia que vulneraba la carta orgánica de la entidad. Ante el razonable revuelo que este hecho causó en todo el arco político, el inefable Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, salió a defender lo indefendible, como tantas otras veces. Su explicación al atropello gubernamental fue que no echaban a Hernán Martín Pérez Redrado, titular de la entidad, sino que le aceptaban la renuncia presentada en “innumerables ocasiones”.
El siguiente turno fue de Redrado, quien negó su renuncia y decidió acudir a la Justicia. Cuando la jueza María José Sarmiento hizo lugar al amparo presentado por el economista, los miembros del gobierno pusieron el grito en el cielo. A Redrado se lo tildó de “ocupa” (término utilizado para referirse a quienes usurpan una propiedad), y a la magistrada se la enroló dentro de los jueces “delivery”, es decir, que sus fallos son armados a pedido. Nadie con menos autoridad moral que los integrantes del círculo K para hacer este tipo de críticas.
Después de declarar ante la comisión bicameral encargada de aconsejar al gobierno sobre el asunto, Redrado decidió que era la hora de renunciar, luego de haber amagado con prender el ventilador sobre algunas cuestiones “non sanctas” de allegados al poder. Claro está que, si realmente tiene información sobre hechos reñidos con la legalidad y la ética, el “golden boy” debería efectuar la denuncia correspondiente, y no actuar como lo hiciera en la época menemista Mario Caserta, quien desde la prisión amenazó con “deschavar” a gente del poder, y mágicamente apareció el dinero para pagar su fianza y, obviamente, su silencio.
Ante la presentación de la dimisión, Fernández sentenció: “Para nosotros la renuncia no existe”, además de acusar de irregularidades al ¿ex? presidente del BCRA. Fiel a su incoherencia, el Jefe de Gabinete dijo que Redrado debería haberse ido el 6 de enero, que la renuncia “no va a ser aceptada”, y que es “algo de locos”. Olvidó agregar que también es algo de “kaprichosos”.


Nelson Oscar Hayes

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