viernes, 16 de abril de 2010

En el "Movimiento 5 de Abril"

Dirigentes de San Martín unidos en el homenaje al histórico "Movimiento 5 de Abril"


Los participantes de la peña "Radical de Siempre" de Gral San Martín, junto a otros correligionarios del distrito, concurrimos al ateneo del "Movimiento 5 de abril" en Villa Ballester, al cumplirse otro aniversario de la histórica jornada en que triunfó en la provincia de Buenos Aires la fórmula radical: Honorio Pueyrredón-Mario Guido (5 de abril de 1931). Dichas elecciones fueron anuladas por la dictadura de Uriburu.


El "Movimiento 5 de Abril" tiene una larga historia en el partido de Gral San Martín, habiendo dado dirigentes notables como Teófilo y Juan Naim, a quienes recordamos emotivamente junto a Guillermo Naim (hijo del primero). Como homenaje a una familia fuertemente militante y radical de pura cepa, hicimos entrega de pergaminos de reconocimiento a Guillermo, quien nos recibió amablemente con un lunch.


Fue una noche de recuerdos, de charlas históricas, de confraternidad correligionaria. Paredes con cuadros que reflejan momentos vividos en la casa, con dirigentes como Don Ricardo Balbín, nos hablan también de un rico pasado radical en San Martín.


Pero rememorar aquel ayer no desembocó en nostalgia, sino que nos llevó a reivindicar aquellas figuras, sabiendo que nos guían para construir un futuro promisorio en Villa Ballester y en todo el distrito.


Los radicales que concurrimos estamos unidos a esos principios y valores, que identificaron a nuestro centenario partido.


Aquel Radicalismo glorioso pasa la antorcha al nuevo Radicalismo que construirá una nación con libertad e igualdad.


Hugo Turrini

jueves, 8 de abril de 2010

OPINIONES SOBRE ALFONSÍN A UN AÑO DE SU PARTIDA

Nelson Hayes entrevista a Ricardo Alfonsín. A la derecha, Mariano Rodríguez, otro participante de la Peña Radical de Siempre


Angel Rozas (foto Olga Godoy)



Dr Carlos Más Vélez (foto Olga Godoy)


Radical de Siempre entrevistó a algunos de los asistentes al homenaje a Raúl Alfonsín realizado en el cementerio de la Recoleta el miércoles 31 de marzo, a los que
realizó dos preguntas:
1) ¿Qué es lo que más extraña de Raúl Alfonsín?
2) ¿Qué piensa que le diría Alfonsín a los actuales gobernantes?
Estas fueron sus respuestas:
Ángel Rozas
1) “Sus reflexiones, sus ideas; Raúl soñaba con la unidad nacional y con la unidad partidaria, y que el radicalismo volviera a ser una alternativa de poder en la Argentina. A pesar de que el partido está yendo por buen camino, no podemos negar que extrañamos sus reflexiones.”
2) “Les reprocharía fundamentalmente el avasallamiento a las instituciones. Él era un demócrata íntegro y tuvo un respeto cabal por las instituciones. Uno de los defectos fundamentales que tiene el matrimonio Kirchner es su falta de institucionalidad y su avasallamiento a las instituciones. Eso Raúl no se lo perdonaría”.
Ricardo Alfonsín
1) “Extraño lo que puede extrañar un hijo ante la desaparición de su padre, y como político extraño sus consejos, su experiencia, su inteligencia, muchísimas cosas”.
2) “Les diría que dialoguen más.”
Ernesto Sanz
1) “Su palabra serena y su orientación, en momentos en que el radicalismo está en un pleno proceso de recuperación. A veces no nos damos cuenta que necesitamos tener objetivos claros. Frente a alguna desesperanza de la sociedad tenemos que tener templanza y fortaleza. La palabra de Raúl siempre fue un aliciente, era como un bálsamo, nos daba mucha fuerza para seguir peleando”.
2) “Les diría que el poder no es propiedad de los gobernantes, el poder es propiedad del pueblo y los gobernantes son sólo mandatarios, por eso no pueden usar ni abusar de él de tal manera que violen el mandato popular.”
Julio César Strassera
1) “La decencia, porque con Raúl Alfonsín se ha muerto hace un año el último
presidente decente de los argentinos.”
2) “Raúl Alfonsín era muy generoso y era incapaz de agredir, pero les diría unas cuantas verdades, porque él no compró dos millones de dólares. Murió en el mismo departamento en el que vivió durante toda su vida.”
Antonio Berhongaray
1) “La amistad que teníamos, que fue lo más importante que me pasó en la política, y una de las cosas más importantes que me han pasado en la vida. Eso tapa con creces todos los malos ratos que los que estamos en política a veces tenemos. Resalto la tremenda coherencia ideológica que tuvo siempre.”
2) “Les diría que hagan un esfuerzo de humildad, porque desde la soberbia no se construye.”
Carlos Más Vélez
1) “La democracia argentina lo extraña físicamente, pero se homenajea hoy y todos los días el legado político que dejó con su conducta, con su solidaridad, con su compromiso para hacer de la Argentina cada día un país mejor, con los valores principales de la democracia, como la necesidad de garantizar la libertad y la igualdad como valores esenciales para todos los habitantes de la Argentina. Su legado está más vigente que nunca.”
2) “Creo que les diría que la base principal de la democracia es el diálogo entre los que piensan distinto para buscar el consenso. El diálogo y el consenso son dos de los mensajes que él dejó en sus últimas intervenciones públicas, y creo que son muy apropiados para el presente. Me da la sensación de que la democracia no se trata de arrodillar al circunstancial opositor o a aquel que piensa distinto, sino que es parte de buscar acercar las posiciones de quienes piensan distinto sin renunciar a las convicciones que se tienen.”
Daniel Salvador
1) “Lo que él dejó, un compromiso para fortalecer la democracia, que hoy es una democracia de origen, porque ha habido una votación legítima, pero la democracia por la que peleó y la que enseñó Alfonsín era la de la búsqueda de consenso, la del respeto, la del diálogo, la de la honestidad en la función pública. Me parece que ése es el gran desafío para adelante. Tenemos 26 años de continuidad democrática que le debemos fundamentalmente a Alfonsín, con esa extraordinaria decisión de juzgar a las Juntas, pero ahora el compromiso es luchar por la calidad no solamente institucional, sino también por el contenido social que debe tener la democracia.”
2) “Sin duda, les diría que cambien su manera de gobernar. Que dejen la soberbia, que dejen la mentira, que no todo sea confrontación, que trabajen en la elaboración de un proyecto común, porque sin duda así va a encontrar el acompañamiento de la mayoría de los argentinos que quieren vivir de una manera y con una conducción muy distintas de que genera el gobierno.”

Nelson O. Hayes

sábado, 3 de abril de 2010

Raúl Alfonsín, siempre presente





El miércoles 31 de marzo, al cumplirse un año de la desaparición física de Raúl Alfonsín, se realizó un emotivo acto en su homenaje en el cementerio de la Recoleta, al que asistieron numerosos dirigentes, militantes y afiliados partidarios.
El primer orador fue Osvaldo Bisciotti, amigo del extinto líder radical. En su alocución definió a Alfonsín como “un ser inquebrantable, con una escala de valores insobornables, que respetaba a la gente, y que vivió y murió humildemente”. Además, destacó “su grandeza de alma, su espíritu, su transparencia, su lucha permanente por los derechos humanos”, para luego agregar: “El regalo de su amistad me enriqueció la vida, fue una fuente permanente de humanidad”, y exclamó: “¡Cómo le hubiera costado vivir éste último año viendo la inmoralidad del gobierno y de todos sus colaboradores!”.
Luis Brandoni eligió el título de un tango para describir lo que sentía ante la ausencia de Alfonsín: “¡Qué falta que me hacés!”. Luego aseguró: “Raúl está presente en el corazón de todos nosotros, sigue siendo el protagonista de la vida política nacional, es como un faro que puede orientar a nuestros representantes a seguir un rumbo que los lleve a buen puerto”, y recordó las virtudes del ex presidente: “Coraje, vocación democrática, sacrificio, tolerancia, y rechazo al oportunismo y a la banalidad”.
Cuando llegó su turno, el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, opinó: “Parecería que con el tiempo que transcurre la sociedad lo apreciara de una manera más justa, y la historia corrigiera sus errores en la figura de este hombre que tuvo la difícil tarea de iniciar un verdadero proceso de reconstrucción nacional y de estabilidad democrática” al terminar “una fatídica dictadura”. Definió a Alfonsín como “un líder, un estadista, un hombre sencillo, de bien, honesto, al que no le fue fácil gobernar, tuvo que superar innumerables conflictos, pero siempre lo hizo abrazado a la Constitución”. Además, destacó que “siempre se manejó en un marco que hoy se está reclamando, de acuerdo, tolerancia y respeto por los que pensaban distinto; soñó con la unidad de su partido, y con la unidad nacional”. Para terminar, Cobos se comprometió a trabajar en pos de la unidad del radicalismo.
A continuación se dio lectura a una carta enviada por el ex presidente de Brasil José Sarney, en la que éste aseguraba: “Transformamos nuestra relación de jefes de Estado en una relación de amigos. Él será siempre el paradigma del político honesto y con ideas de vanguardia”.
El final del homenaje estuvo a cargo de Ricardo Alfonsín, quien mencionó que “no sólo la dictadura cercena derechos y conculca libertades, también lo hace la pobreza”. El diputado llamó a sus correligionarios a “terminar con el estancamiento, el atraso y los actuales niveles de injusticia”, y los instó a “recuperar la esperanza”. Afirmó que para lograr los cambios que necesita el país “la primera condición es recuperar la credibilidad y la ejemplaridad para la política”, y definió: “La ejemplaridad no sólo es administrar con honestidad los recursos de Estado y combatir de manera frontal la corrupción; la ejemplaridad es no ser autoritario, no destratar a las instituciones, no ser demagogo, no poner por encima del interés general los intereses sectoriales, no ser electoralero, saber definir prioridades, actuar con espíritu de grandeza, con patriotismo y desinterés”. Concluyó su discurso con la siguiente invitación a los presentes: “La deuda que tenemos con Alfonsín es transitar de la democracia formal hacia la democracia social, él cumplió con su deber y descansa en paz, vamos nosotros a cumplir con el nuestro”.

Nelson O. Hayes

viernes, 2 de abril de 2010

MALVINAS


Malvinas
Se cumple un nuevo aniversario de la toma de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico sur , llevada a cabo el 02 de Abril de 1982. Día de sol y temperatura templada, desperté con la noticia que las fuerzas armadas habían desembarcado en nuestro archipiélago, el que nos pertenece por herencia y por soberanía sobre la plataforma marina.
El gobierno de facto había decidido recuperar lo que nos pertenecía por dos motivos: como gesta patriótica y así perpetuarse en el poder, el cual se venia desgastando. Muchos argentinos se presentaron en plaza de Mayo para festejar la gesta, sin pensar en lo los motivos verdaderos y las consecuencias.
Fueron ciento dos días lo que durò la locura de la dictadura, donde lo que mas se destacò fue aquella frase de Galtieri que envalentonado dijo “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Y vinieron con todo el apoyo de la OTAN. Mucho se ha escrito sobre la batalla de Malvinas, sobre el objetivo oculto de la gesta, sobre la derrota y la consecuencia. Pero poco se ha escrito sobre los que combatieron. Ellos que fueron en silencio y volvieron escondidos luego del final de la contienda. A ellos los que quedaron en el aire, en el mar y la tierra; a los que volvieron a los que ya no están. Vaya nuestro mayor homenaje, ese que le debemos todos, como pueblo y como Nación. Y que todavía luego de veintiocho años están esperando tanto civiles como militares, oficiales, suboficiales y soldados conscriptos,Ejèrcito argentino, Gendarmería Nacional, Armada Argentina, Prefectura Naval, Marina Mercante Argentina, Fuerza Aérea Argentina.


Ricardo Tartabini

La promesa que Alfonsín nos cumplió a cada uno. - Por: Beatriz Sarlo* -

*ENSAYISTA, CRITICA CULTURAL


En algún momento y en distintos temas, el ex presidente hizo efectiva alguna de las demandas éticas esenciales de quienes lo votaron o no. El juicio a las Juntas es gran ejemplo




Recorrí durante horas la fila formada p
or miles de personas para entrar, por brevísimos segundos, a la capilla ardiente donde se velaba a Alfonsín. Era una vigilia despojada de intereses. Quienes no llegaban como políticos realizaban un acto personal, intransferible y completamente gratuito: el primer paso de un duelo y de la construcción de un recuerdo.

Pregunté muchas veces, sobre todo a los más jóvenes que no habían vivido la primavera de 1983, por qué estaban allí. Pero, en verdad, yo no había ido para indagar sobre los motivos de los otros. Acompañaba la fila porque quería saber cuál era mi motivo. No los motivos sobre los que podía hablar si me los preguntaban, ya que quien ha vivido durante los años de la transición en relación estrecha con la política es perfectamente capaz de esgrimir un stock de razones. Buscaba, en cambio, conocer m
ás sobre el impulso que no me permitió, durante casi dos días, alejarme de las avenidas que rodean el Congreso y, luego, el camino que lleva a Recoleta. Probablemente mi motivo sea parecido al de los miles que esperaron para entrar al Congreso: en algún momento de estos veinticinco años Alfonsín cumplió una promesa. Ese momento puede ser diferente para muchos de nosotros y me limitaré a dar el mío.

Voté a Alfonsín en 1983 cortando la boleta. Es decir lo voté para presidente pero no voté a los diputados que lo acompañaban; elegí otra lista que, en mi opinión, podía asegurar mejor que se revisaran los crímenes de la dictadura militar. Hice eso porque no creí en la promesa que Alfonsín había realizado durante la campaña: que iba a enjuiciar a las Juntas Militares.

Pensé, como muchos otros, que eso se decía en campaña pero que las fuerzas contrarias a un juicio eran de tal magnitud que, una vez llegado a la presidencia, Alfonsín no iba a arriesgarlo todo para cumplir su promesa. Conocía su militancia en la Asamblea Permanente de Derec
hos Humanos, pero, incluso admirando lo que había hecho desde ella, simplemente desconfié. El 15 de diciembre de 1983 Alfonsín, mediante dos decretos, ordenaba el juicio a los jefes de ERP y Montoneros y a los integrantes de las tres Juntas Militares. Ni siquiera tenía encolumnada detrás de esa medida a toda la Unión Cívica Radical, pero esa decisión buscaba apoyo en lo mejor de la sociedad argentina, es decir, en aquellos sectores que creían que la transición democrática significaba un corte nítido con la dictadura. En su partido y en muchas cabezas no estaba claro que la democracia argentina tenía como condición reparar, a través de la justicia, los crímenes de los militares: que no se trataba simplemente de un nuevo comienzo sino de un ajuste de cuentas con el pasado.

El juicio a las Juntas y el gran informe de la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas, a muchos sectores, los que más habían luchado por lo derechos humanos y también los oportunistas, les parecieron demasiado poco. Y quizás, desde el punto de vista de esos crímenes sin equivalencia, lo fueran. Pero Alfonsín no había prometido otra cosa. No había engañado a nadie prometiendo castigo para todos los implicados. Eso, si era posible, nos tocab
a hacerlo a los que no teníamos que gobernar la Argentina en medio de una tempestad militar que parecía una incesante pesadilla.

Alfonsín sabía lo que podía y quería hacer. Como político fuertemente atado a la ética de la responsabilidad se atuvo a su promesa, no a los reclamos de algo que él no había prometido. La ética de la responsabilidad puede conducir a equivocaciones por más o por menos. Sobre ello se seguirá discutiendo.

Pasaron los años. El tribunal condenó a las Juntas Militares en un juicio donde se expuso lo que ya no podría borrarse nunca más de la historia argentina. Al cumplir su promesa, Alfonsín hizo posible que salieran a la luz más pública los crímenes de la dictadura en los más de 700 casos elegidos por el fiscal Julio Strassera. Eso ya no se podía ocultar, hiciera lo que hiciera el presidente que había encendido esa gigantesca explosión de las verdades más horrendas.

El juicio a las Juntas le da su rasgo original a la transición argentina: es el acto fundacional de una transición que nació sin pactos con los militares que, sin embargo, se retiraban con su poder casi intacto. No hubo otro país de América latina que tuviera una transición inaugurada con e
ste acto justiciero. Sin duda, las víctimas tenían derecho a pedir más y lo ejercieron con toda legitimidad. Sin duda, la máquina de resentimiento y venganza dentro de las fuerzas armadas se puso en marcha para que el resultado de ese acto jurídico fundacional fuera borrado. Sin duda, Alfonsín firmó las leyes de punto final y obediencia debida. Sin duda, nos opusimos.

Pero, aun oponiéndome a esas leyes, hay algo que no confundí: en sus efectos no fueron equivalentes al juicio a las Juntas. No hay simetría ni se puede decir que Alfonsín realizó una ecuación de suma cero. Así lo creo desde entonces y volví a recordarlo durante la vigilia de Alfonsín, porque esas leyes de punto final y obediencia debida fueron anuladas y sus efectos fueron revertidos. Pero nada anuló ni revirtió el efecto del juicio a las Juntas, que sigue siendo la gran primera escena de verdad y el umbral desde el cual comenzó a construirse la transición.

Esas leyes tampoco anularon el hecho de que Alfonsín, el político que comenzó su ascenso contra todos los vientos, respetara su promesa de campaña. Probablemente muchos de los que estábamos rodeando el Congreso pensamos que, en medio de todos los errores, Alfonsín hizo honor a su palabra.